15 de diciembre de 2015

Caras conocidas. (Una sortija para Lino)

Cuatro años atrás el gobierno de turno inauguraba Tecnópolis. Feria temática, museo a cielo abierto, templo a la ciencia y la tecnología, aventura del conocimiento, parque de diversiones, espacio para la memoriaverdadyjusticia, paseo de los enamorados, colonia de vacaciones, órgano de propaganda y así (había que amortizarlo).
En medio del fervor debutante, y mientras la prensa esperaba la llegada de la presidenta (la esperamos durante dos días), el ministro de Ciencia, Tecnología e innovación productiva, José Lino Salvador Barañao, entretuvo a la audiencia con un sketch chachachista, manteniendo una entrevista en vivo con el androide de Philip Dick.



Captar esta fotografía fue muy simple desde el aspecto técnico (apretar el botón negro y ya), pero representó una enorme complejidad táctica, y mientras luchaba para conseguirla me alegré de las horas que pasé estudiando a fondo los volúmenes de memorias de Frank Hurley.
Mientras el ministro se desplazaba por la muestra (Feria temática, museo a cielo abierto, templo a la ciencia y la tecnología, y blá) con movimientos aleatorios, el desafío consistía en navegar entre la gente en medio del calor, batallando (literalmente) con la horda de periodistas que lo escoltaba, caminando de espaldas tratando de no tropezar con nada muy caro, y todo sin perder de vista el encuadre, respetando la regla de los tercios y la secuencia de Fibonacci en el visor.


Acá, el mar de gente.
















Cuando ya estaba a punto de perder la fé en la fotografía como medio para contar la realidad, la resaca humana me depositó, sin esperarlo siquiera, delante de la pecera en la que el desopilante ministro, micrófono en mano, se entrevistaba con el T1000 de los muchachos de Hanson Robotics. El resto fue talento, ojo fotográfico y poner la cámara en ráfaga... 



Esta efemérides viene a cuento ahora, cuando el incombustible ministro fue convocado por el nuevo gobierno para permanecer en su cargo. En un país de lealtades, revanchismo y plumeros, trascender una gestión a fuerza de mérito es un highlight en cualquier currículum.

21 de abril de 2015

Arquitectura OVNI


Todos conocemos las múltiples teorías que dan vueltas por la web, viculando la obra arquitectónica de antiguas culturas con la visita de seres extraterrestres.
Escéptico por naturaleza, este verano me propuse viajar y comprobar sobre el terreno la existencia del legado alien en los andes peruanos; pasé los días recorriendo sitios arqueológicos y bares, y puedo decir que en ambos lugares se pueden hallar evidencias impresionantes. 
La prueba más cabal que encontré sobre la intervención alien es el clima: En medio del calor y la humedad del altiplano; a quién en su sano juicio podría ocurrírsele cargar una piedra de cientos de toneladas, arrastrarla durante kilómetros y después tallarle, a golpe de obsidiana, doce ángulos más o menos rectos (sí, doce) antes de utilizarla como ladrillo en la construcción de un templo? 
Evidentemente, solo a extraterrestres ociosos. Tal vez confundidos por efecto del jet-lag planetario.



Esta prueba viviente (??) del intercambio cultural es custodiada noche y día por Uriel; cusqueño, heredero del Tawantinsuyo, guardían del legado Inka, canciller terrícola y artista de variedades que, en esta imagen, utiliza sagradas hojas milenarias para comunicarse con sus arquitectos espirituales.




Y acá la piedra gigante tallada por mentes confusas; detrás de un rikshaw humano, medio de transporte local utilizado por los habitantes de la zona desde la época de la colonización alien.